DESCUBRIÉNDOTE A TRAVÉS DE TUS SENTIDOS.





“La creatividad es la Inteligencia divirtiéndose”

A. Einstein

La creatividad es fundamental en el progreso y bienestar social. Es el punto de encuentro entre imaginación y realidad, la puerta tanto hacia nuestras emociones como hacia nuestro conocimiento. Es la forma de expresarse uno mismo, usando la originalidad y la imaginación.

 La capacidad que tenemos de cambiar las cosas y las personas a través de la creación es clave para encontrar soluciones a los retos que se nos presentan cada día, para mejorar nuestra vida, nuestro entorno y, por consiguiente, nuestra sociedad. Según la definición de la psicología cognitiva, es la habilidad de darle diferentes respuestas o soluciones al mismo problema.

“En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento” Albert Einstein.

Muchas características del talento que un ser humano desarrolle vienen de una infancia donde espacios como el arte, la música, el deporte y la lectura hicieron parte de la crianza, como mecanismo para complementar el aprendizaje de las diferentes ciencias.

             En los primeros dos años de vida de un niño, la forma  de aprender se basa en su relación con el mundo que lo rodea, y para conocer su entorno, toca, chupa, mueve, golpea, tira los objetos y así recibe la información que necesita para adquirir aprendizajes tales como: duro, blando, frío, agradable o desagradable. Es decir, a través de los sentidos conoce el mundo que le rodea.

        Éste punto de inicio fue el que inspiró al equipo de ELQUI  a plantear un taller de éstas características con el objetivo de favorecer la creatividad en nuestros niños, niñas y adolescentes a través del conocimiento y descubrimiento de sí mismo. A través de la estimulación de los cincos sentidos pretendemos que conozcan cuál de ellos reciben mayor valor para sí mismo y cómo pueden desarrollarlo a través de la creatividad. Todo un proceso de autoconocimiento que les llevará a descubrir y reconocer características de sí mismo presentes en su inconsciente.

No lo dudes, regala estas Navidades una oportunidad para descubrirse
 ¡UNA EXPERIENCIA QUE NO OLVIDARÁN!


Si tienes un pequeño grupo (mínimo de 3) y os viene mejor otra fecha, llámanos y propón el día. Nos adaptamos a vuestras necesidades.

BERRINCHES Y RABIETAS, UNA FORMA DE ABORDARLOS DESDE LA EDUCACIÓN POSITIVA Y RESPETUOSA.



Este mes queremos dedicar nuestro artículo a los berrinches y rabietas. Son muchas las consultas que nos llegan relacionadas con éste tema. En casa encontramos a padres y madres desesperados porque no saben cómo actuar con sus hijos(as) en momentos de frustración, miedo, separación… en los que los niños(as) parecen perder el control. A menudo encontramos a madres y padres que se preparan para la rabieta correspondiente a la hora de ducharse, de levantarse por las mañanas, vestirse, lavarse los dientes… o madres y padres que no se atreven a negarles algo que quieren a sus hijos(as) porque saben que entrarán en cólera.

Madres y padres desesperados porque piensan que lo están haciendo mal, que son malos educadores, tienen miedo a que sus hijos crezcan y se conviertan en uno de “Hermano Mayor”.

Nuestro artículo de éste mes pretende ofrecer algunas herramientas a éstas madres y padres, ayudarles a entender a sus hijos para poder desarrollar la empatía y la comprensión en el complicado proceso de acompañar a sus hijos(as) en la rabia.

Un berrinche es una descarga emocional considerada normal en el desarrollo de niños y niñas de entre 1 y 4 años más o menos (dependiendo del temperamento del niño/a, del ambiente y de la respuesta de sus padres o cuidadores ante estos episodios).

Las rabietas o los berrinches se presentan porque los niños(as), conforme van creciendo, tienen la necesidad de hacer más cosas por ellos mismos. Ya son caminantes y explorar el entorno resulta muy estimulante

Lo que sucede es que como son pequeños y los cerebros van desarrollándose poco a poco, sus capacidades físicas, motoras, intelectuales y lingüísticas aún no están 100% desarrolladas, lo que les produce rabia, miedo o frustración al momento de realizar algo nuevo o aquello en lo cual apenas va incursionando. 
Cuando una rabieta tiene lugar, el cerebro del pequeño se inunda de sustancias y hormonas estresantes como el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina lo que hace que sus sentidos queden fisiológicamente bloqueados. Es decir que en su máximo apogeo, los niños(as) no pueden escuchar, entender ni razonar lo que los adultos le están diciendo o indicando hacer en ese momento.

Las rabietas se manifiestan a través de:
  • Llanto excesivo
  • Gritos
  • Patadas
  • Golpes
  • Tirarse al suelo
  • Romper cosas
  • Contorsiones corporales
  • Pegarse a sí mismo
  • No obedecer y desafiar
  • Brazos cruzados, ceño fruncido y dientes apretados
  • Y muchas otras formas más… (hay niños muy creativos realmente).

Por eso, cuando un niño(a) se encuentra en plena descarga emocional haciendo una o varias de estas cosas, es necesario esperar a que simplemente pase la tormenta (emociones al tope) y poder hablar con ellos en la calma (emociones estables). En estos casos y lo más difícil de todo el proceso (por eso es la clave del éxito para guiar los berrinches) es lograr que el padre, la madre o el adulto a cargo conserve la calma y permanezca centrado para saber qué hacer, qué decir y cómo actuar.

Profundizando un poco más en neurociencias y en el comportamiento humano, podemos decir que los berrinches tienen origen en el cerebro medio o mamífero, a causa de la activación de uno o varios de los tres sistemas de alarma que son: el del miedo, el de la ira y el de la angustia de la separación.

Pero además de estos disparadores, hay 3 factores fisiológicos importantes que son fuente de berrinches en esta etapa:
  •         El hambre
  •         El cansancio
  •         El aburrimiento

Hay otros factores que de manera directa o indirecta también son fuente:
  •        Situaciones extraordinarias (mudanzas, muertes, cambios, divorcios, etc.)
  •         Estrés materno o paterno
  •         Inmadurez emocional o racional del niño para entender procesos
  •         Necesidad de reconocimiento y atención
  •         Falta de estructura y límites (un día se dice una cosa y otro, otra) 
  •         Incomprensión de su punto de vista, tiempos y necesidades


Algo importante que los padres o cuidadores debemos entender a la hora de guiar eficientemente un berrinche a cualquier edad, es tener claridad en que un berrinche nunca debe ser el medio para conseguir un fin, es decir, no debes ceder ante una rabieta que estalla porque no puedes comprarle al niño(a) cuanta cosa ve o quiere.

Ceder a comprar o hacer lo que el niño(a) pide o quiere en ese momento, es algo usual que muchos padres suelen hacer por vergüenza (cuando un niño(a) tiene un berrinche en un lugar público ciertamente no pasa desapercibido), cansancio (son muy agotadores y estresantes para los padres también) o comodidad (“Ay ya cómpraselo total de que se calle!”). Pero ciertamente estas respuestas no educan ni ayudan a los niños, sino que por el contrario, les enseña que esos modos (gritos, llantos, golpes, insultos, etc.) son buenos aliados para conseguir salirse con la suya.

Pero así como el ceder y ser absolutamente permisivos al darles todo cuanto piden o desean es perjudicial para su desarrollo, en igual medida lo es usar métodos autoritarios para tratar de controlar o aplacar un berrinche. Golpes, amenazas, gritos, retiro de privilegios, baños de agua fría, sacudirlos, mandarlos a la silla de pensar, etc. son métodos irrespetuosos que humillan al niño(a) y no le ayudan a crecer seguros de sí mismos, a respetarse ni a quererse, afectan directamente a su autoestima. 

Por tanto, la actitud comprensiva y amorosa del padre o cuidador es la clave para dar seguimiento a estos episodios emocionales. El contacto físico y la empatía al comprender sus sentimientos y sus etapas de desarrollo, hacen que los niños estén más propensos a “bajar revoluciones”. Pero cuidado, tengamos en cuenta que no a todos los niños les gusta ser tocados o abrazados cuando están enfadados y eso hay que respetarlo. En esos casos el padre, madre o cuidador tan solo permanece cerca del pequeño para cuidar que no se haga daño a sí mismo, a los demás o a las cosas.

Ya sabemos que esto es “fácil de decir y difícil de hacer”. A menudo los padres nos dicen “claro, es que tú no sabes lo que es, no lo tienes en casa”. Y entendemos ésta frustración del adulto pero la respuesta siempre es la misma “ya sabemos que es difícil, y no siempre conseguirás estar calmado(a), tranquilo(a) y ser totalmente respetuoso(a) con las emociones de tu hijo(a), pero todas las acciones dirigidas a éste fin irán por buen camino y poco a poco será más fácil andar por él con la práctica y la confianza de que esto es lo que debes hacer”.

A continuación os dejamos algunas pautas basadas en la Educación Positiva y Respetuosa que pueden ayudaros a manejar una rabieta:

1. Maneja el autocontrol: Respira y recuerda que eres el adulto modelo y cómo tú respondas, impactará para mitigar o agrandar el berrinche.

2. Aplica conexión antes que corrección: Esto es observar antes que actuar. Ver qué está sucediendo en ese momento para ver si puedes ofrecer una solución. Esto te ayudará a calmarte y a tomar distancia para abordar la situación desde una posición diferente.

3. Sé amable y firme al mismo tiempo: Sé empático con los sentimientos del niño(a) porque para él/ella son genuinos, pero si tú tienes una razón de peso por la cual no ceder ante un capricho (y entiéndase que digo capricho y no necesidad), mantente firme. “Entiendo que te sientes enfadado(a) porque quieres ese dulce, pero en este momento no puedo comprártelo” ó “Entiendo tu enfado pero no permito que pegues”.

4. Distrae u ofrece una alternativa: Activa el sistema de búsqueda del cerebro de tu hijo(a) con preguntas: “Amor, necesito de tu ayuda para terminar las compras. ¿Qué tal si vas metiendo en el carrito lo que te voy dando?”, o bien: “No puedes comer un dulce ahora pero sí después de la comida”.

5. Usa el tiempo fuera positivo: Esto es dar un respiro a la situación tanto para ti como para el niño. Para ello, crea un “Rincón de la calma” en casa para ti y para él y lo puedes invitar a ir. Si estás en otro lado, coge al niño(a) y saliros del lugar o apartaros del bullicio.

6. Educa en la razón: Este paso es crucial para fomentar la educación emocional de tu hijo(a), así que cuando la tormenta haya pasado, cógelo(a) en brazos y habla de lo que pasó. Hazles preguntas como las siguientes: “¿qué ha sucedido cariño?”, “¿por qué has reaccionado así?”, “¿crees que lo que pasó está bien?”, “¿cómo te sentiste?”, “te diré como me sentí yo”, “¿qué haremos para una siguiente ocasión?”, “¿cómo puedo ayudarte a calmarte cuanto te sientas muy enfadado/a?”, etc. La idea es que en un tono sin reproches, hables con el niño(a) sobre lo sucedido, sobre los resultados y sobre las maneras adecuadas de pedir o hacer la cosas. Pero ¡cuidado!, ésta conversación debe ser relativamente corta y efectiva, recordemos que los niños(a) a éstas edades tienen una atención limitada y puede resultar muy pesado para ellos éstos diálogos.

7. Entrena para una siguiente vez: La etapa de berrinches puede durar algún tiempo y por ello tal vez tengas que repetir muchas veces lo que dices, pero el jugar o practicar situaciones simulando lo que pasará cuando el niño(a) haga su rabieta, por ejemplo en un lugar público, puede “quitar leña al fuego”. Sería usar el humor y el juego como aliados ante una rabieta.

8. Confía en el método en ti y en tu hijo(a). La crianza respetuosa es el camino largo de la crianza, pero el efectivo. Cuando te sientas cansada/o, o creas que no estás llegando a ningún lado, no tires la toalla. Piensa que criar a tu hijo(a) de una forma respetuosa, amorosa y digna es la mejor manera de criar grandes humanos.

Por último y por ello no menos importante: a todos los padres y madres, desde el corazón, no os machaquéis por no conseguir ser siempre un padre o una madre perfecto. Es importante poner conciencia en todo aquello que no hacemos bien, pero machacarnos no nos ayuda ni a nosotros ni a nuestros hijos(as).

Si vuestro hijo(a) al cabo de los años continúa manifestando berrinches y rabietas descontroladas, os recomendamos acudir a consulta para valorar más a fondo lo que está sucediendo y ayudaros a poder abordarlo.

Un fuerte abrazo del Equipo de ELQUI. PSICOLOGÍA INFANTIL Y ADOLESCENTE.

María Rodríguez Álvarez.
Begoña León Bañares
Margarita Sánchez Holgado.


Queremos ofreceros el mejor servicio y es por ello por lo que damos la bienvenida a nuestro centro a Irene Hermoso Guerrero, Logopeda especialista en Rehabilitación de la Voz.

 - TERAPIAS DEL LENGUAJE.

  • Retraso del Lenguaje.
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Os esperamos en nuestro centro!

Convocatoria de ayudas para alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo para el curso académico 2016 - 2017

¡Que no se os pase el plazo!

Plazo límite de presentación de solicitudes:  29 de septiembre del 2016 inclusive.



¡REFORZANDO LA LECTURA TAMBIÉN EN 

VERANO!



Para continuar el Verano y reforzar la lectura os proponemos algunos ejercicios sencillos que sirven para sentar la base de la lectura y así prevenir que  aparezcan dificultades o síntomas disléxicos.

Para empezar debemos saber que no todos los niños llevan el mismo ritmo, sino que hay liebres y tortugas, y lo importante es que cada uno alcance sus objetivos de acuerdo a la madurez que vaya adquiriendo; no debemos perder la paciencia ni atosigar al niño.



¿CÓMO MEJORAR LA MOTIVACIÓN POR LA LECTURA?


Hay que propiciar en el niño el desarrollo de una relación positiva con lo escrito, asociando la lectura con situaciones placenteras.
  • Manipulando libros que le gusten.
  • Escuchando lecturas de un adulto antes de dormir.
  • Leer a dos voces (el adulto lee el cuento, pero de pronto se calla, o el adulto lee un trozo y el niño otro, etc.).
  • Pintar los personajes de un libro.
  • Leer libros con imágenes que les guste.


Demostrando al niño la utilidad de la lectura. 
  • Consultar los catálogos de juguetes.
  • Ver la fecha de su cumpleaños en un calendario.
  • Leer una receta de cocina.
  • Escribir notas para que haga recados.
  • Leer las notas que le entregan en el colegio, etc. 

Leyendo delante de ellos.

El niño comienza a acercarse a la lectura, sobre todo, cuando ve leer a los más próximos. Si nos ve leer habitualmente a los mayores, si le estimulamos para que presten atención a los escritos, pronto comenzarán las preguntas: "¿qué pone ahí?", "¿qué letra es esa"?. En este momento podemos motivarlos para que lo hagan.



¿CÓMO AYUDAR A MI HIJO EN EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA?



Estimulando la concienciación fonológica:
  • Inventar rimas de dos palabras acerca de objetos que haya en casa, como por ejemplo "silla pilla" y "taco flaco." Mejor si las rimas son cómicas. -Inventar una rima propia sobre algo de casa: "¡Al gatito chiquitito le picó un mosquito!
  •  Describir las cosas que ve al aire libre, usando palabras que comiencen con el mismo sonido: "casa cuadrada", "perro pequeño", "bote bonito."
  • Con algunos juegos tradicionales de lenguaje oral también se desarrolla la conciencia de los sonidos: como el veo –veo o palabras encadenadas.


Reforzando los prerrequisitos: atención, memoria y  vocabulario. El niño debe estar abierto a experiencias variadas y sobre todo debe contar con la mediación de un adulto que vaya ayudándole a madurar esos aspectos. Algunas actividades caseras que desarrollan estos prerrequisitos:
  • Decirles el nombre de las calles por la que pasan; luego jugar a que les lleve a una calle.
  • Recordar nombre, apellidos y profesión de papá y mamá.
  • Aprender su número de teléfono y los de algún familiar o amigo
  • Aprender los días de la semana y los meses del año
  • Enseñarle canciones de corro, adivinanzas y refranes
  • Dedicar algún rato a contar chistes
  • Poner objetos sobre la mesa y decirle que cierre los ojos; esconder un objeto y cuando abra los ojos tiene que descubrir cuál falta.
  • Recordar qué comió el día anterior en la comida y en la cena.
  •  Aprovechar todo tipo de salidas de la ciudad para explicarle por qué pueblos pasa y qué es lo que vemos.
  • Ver con él un programa de TV y preguntarle por los personajes, cómo se llamaban, qué cosas hacían, etc.
  • Preguntarle sobre una habitación con los ojos cerrados: color de las paredes, cuadros, muebles, otros objetos, etc.

Ofreciendoles siempre, siempre el amor, apoyo y respeto que necesitan. Tengamos paciencia con ellos y si vemos que la perdemos... nos tomamos un tiempo para recuperarla.

ELQUI. Psicología Infantil y Adolescente. 



ADOLESCENTES ¿POR QUÉ DISCUTIMOS TANTO?


       El inicio de la adolescencia puede suponer un empeoramiento de las relaciones familiares siendo frecuentes los conflictos y discusiones. A menudo, la buena comunicación, las bromas, los besos y los abrazos de la niñez se transforman en regañinas, malas caras y discusiones subidas de tono. Afortunadamente, en la mayoría de los casos esta situación NO DURARÁ MUCHO y las relaciones tenderán a normalizarse según vaya transcurriendo la adolescencia.





   Aunque en algunas familias las relaciones entre madres, padres y sus hij@s  siguen siendo afectuosas y cercanas durante la adolescencia, muchos habréis notado un empeoramiento de estas relaciones con la llegada de la pubertad. Incluso las familias que tenían buenas relaciones podrán experimentar una ruptura de la comunicación y un incremento de las disputas entre la madre o el padre y sus hijas e hijos. Los conflictos que aparecen no tienen por qué ser demasiado graves, y suelen estar relacionados con aspectos de la vida cotidiana como la hora de volver a casa, el tiempo que dedican al estudio o la forma de vestir. Pero no hay que quitarle importancia al impacto emocional que estos conflictos pueden tener sobre los progenitores, ya que cuando se producen con mucha frecuencia pueden tener un efecto acumulativo y provocar mucho estrés.

    Las razones de este aumento de la conflictividad son variadas. En primer lugar, hay que señalar la importancia que tienen los cambios en la forma de pensar de chicos y chicas que les va a permitir ser más críticos con las normas y las regulaciones familiares. Ahora, estas normas serán cuestionadas por muchos adolescentes en su búsqueda de una mayor autonomía y capacidad para influir en las decisiones familiares. Además estas nuevas capacidades intelectuales les permitirán emplear en sus discusiones argumentos cada vez más sólidos y convincentes, lo que puede pillaros por sorpresa y generaros mucha irritación. También debéis tener en cuenta que, durante los primeros años de la adolescencia, chicas y chicos necesitarán distanciarse en cierta forma de madres y padres para convertirse en personas adultas y autónomas. Ese proceso de separación o "desenamoramiento" se verá favorecido por la sustitución de la imagen idealizada de los progenitores por una más realista en la que los defectos estarán presentes. Hay que tener en cuenta que una buena manera de romper una relación afectiva y superar la dependencia emocional respecto a una persona, es buscarle defectos, que será lo que vuestra hij@ empezará a hacer con vosotr@s. Pero no os preocupéis, es un proceso normal que desembocará en que tenga una imagen más realista de su madre y de su padre. Estas aspiraciones de chicos y chicas de lograr una mayor autonomía y de disponer de una mayor capacidad de influencia no siempre son bien recibidas por los padres y madres, que en muchos casos se enfadarán y aumentarán el control y las restricciones, lo que tenderá a aumentar el nivel de conflictividad. Una vez pasados estos primeros momentos de mayor tensión, lo recomendable es que seáis un poco más flexibles dando a vuestros hijos una mayor autonomía. Ello contribuirá a que las relaciones se normalicen y alcancen un nuevo equilibrio.


SI QUERÉIS LLEVAROS BIEN... algunos consejos ante las discusiones:



1. Que vuestr@ hij@ se vuelva algo más rebelde y discuta con vosotros es una señal de que está madurando y haciéndose mayor. No siempre debéis considerar sus reacciones como una falta de respeto o un intento de haceros daño.

2. Escuchad los argumentos y razones de vuestro hij@, ya que es probable que muchas veces tenga razón.

3. Aunque en muchas ocasiones os resulte difícil, procurad reaccionar con tranquilidad y sin perder los nervios. Las reacciones muy emocionales y subidas de tono no harán otra cosa que empeorar la situación.

4. Aprendamos a hacer críticas positivas a nuestros hij@s. Para expresar nuestra disconformidad con un comportamiento, debemos expresar nuestra crítica de forma que éstas favorezcan el cambio hacia otras formas de conducta más adecuadas y no de manera que generen agresividad y aumenten el enfrentamiento.

Para ello tenga en cuenta lo siguiente:

  • Si está enfadado… espere a tranquilizarse. Así evitará perder el control.
  • Busque el momento adecuado para hablar, aunque sin esperar tanto que nadie recuerde lo que pasó ni su importancia.
  • Antes de hablar, piensa lo que quiere decir y cómo quiere decírselo.
  • Describa con claridad el hecho que ha motivado el conflicto de forma breve y clara.
  • Describa cómo se ha sentido ante su comportamiento, no tema expresar los sentimientos (enfado, tristeza, miedo…). Para esto antes, debes pararte a identificarlo, algo que a veces nos es difícil.
  • Déjele explicarse. Escuche sus razones y no le interrumpa.
  • Céntrese en las soluciones. Busque alternativas conjuntas.
  • Exprese su convencimiento de que puede hacerlo y su confianza en su capacidad.
  • Anímele a comprometerse al cambio y refuércela si observa que lo intenta (aunque no lo consiga del todo).


5. Aprendamos a recibir críticas. No encajarlas bien puede ser motivo de una discusión aún mayor.

  • Aprendamos también a recibir las críticas de nuestros hij@s.
  • Si su hij@ está muy nervioso, aplace la discusión. No pierda la calma y no levante la voz (no lo veas como una falta de autoridad, se puede conseguir más respeto a través del silencio).
  • No siempre hay que discutirlo todo, sobre todo si ya está hablado y hay una conclusión clara.
  • Recuerda que si te sientas a dialogar, es para entender mejor al otro, no para llevar la razón.
  • Escuche y trate de entender sus razones sin interrumpirle. Empatiza con su emoción.
  • Exprese interés (asintiendo con la cabeza, indicando que le entiendes y pidiendo que siga.
  • Acepte su responsabilidad en el problema y evite reproches.
  • Pida y dé alternativas.
  • Dale las gracias por haber hablado del problema.

Si sentís que la situación os sobrepasa a ambos, no dudéis en buscar ayuda de un profesional.









CUANDO LA PAREJA SE SEPARA


Afrontar una separación o un divorcio nunca es fácil ni para la madre y el padre ni para sus hijas e hijos. además, no es lo mismo separarse cuando los niños o niñas son muy pequeños que cuando los hijos e hijas son ya adolescentes. En cualquier caso, madres y padres pueden contribuir en gran medida a que sus hijos e hijas se adapten pronto y bien a la nueva situación familiar que se crea tras la separación.


No en todas las familias el divorcio se produce de la misma forma ni tiene las mismas consecuencias. Así , hay separaciones más o menos amistosas, separaciones en las que la decisión es tomada por mutuo acuerdo y separaciones en las que uno de los dos miembros de la pareja se siente traicionado y/o abandonado por el otro. Evidentemente, cuanto mayor acuerdo se haya logrado en los términos de la separación y mejor sintonía personal se mantenga entre los excónyuges, más fácil será la adaptación de todos a la nueva situación familiar que se crea tras el divorcio. 

En este sentido, aunque los problemas entre los dos miembros de una pareja tras su separación son muy habituales, es importante conseguir que se mantengan ciertos contactos y una buena relación porque aunque ya no son pareja, siguen ejerciendo su rol de madre y padre. Cuando la relación sigue siendo buena, todos salen beneficiados. Los miembros de la pareja, porque reducen sus sensación de desamparo y soledad, y los hijos e hijas porque se sienten menos angustiados y se adaptan mejor a la nueva situación.

A muchas madres y padres les preocupa los efectos que la separación o divorcio pueda tener sobre sus hijas e hijos.

Más allá de sus propias emociones y dificultades, a muchas madres y padres les preocupan enormemente los efectos y consecuencias que la separación puede acarrear sobre sus hijas e hijos. No todos los chicos y chicas viven la experiencia del divorcio de sus progenitores de la misma forma, porque dependerá de sus propias características personales y de otros aspectos como los recursos económicos, las amistades que tengan, etc. En este sentido, la edad de las hijas e hijos es crucial para que la adaptación a la nueva situación sea más o menos rápida. Son las niñas y los niños en edad escolar los que sufre más alteraciones a corto plazo. Probablemente porque les cuesta más trabajo entender que su madre y su padre siguen siendo sus padres aunque no sigan juntos. Además, comprenden pero lo que ha provocado la ruptura y tienden a culparse a sí mismo.

Los chicos y chicas adolescentes suelen adaptarse más fácilmente a la nueva situación, ya que son más capaces de entender los motivos de la separación y la situación emocional para la que atraviesan sus progenitores. No obstante, cuando la separación se produce durante la adolescencia temprana, coincidiendo con los cambios físicos y sociales propios de esta etapa, puede generar mucho estrés en el chico o la chica adolescente.

La formulación de una nueva familia

La mayoría de las veces, las personas que se divorcian rehacen sus vidas con nuevas parejas. A continuación os ofrecemos algunas claves de interés en relación a la formación de una nueva familia:

  • Si en el caso del divorcio son las y los adolescentes los que suelen adaptarse mejor a la nueva situación, el inicio de la adolescencia parece ser la peor edad para aceptar y adaptarse a un nuevo emparejamiento del padre o la madre biológica.

  • En el caso de que exista este emparejamiento, la entrada en el hogar de esta nueva persona adulta no debería producirse inmediatamente tras la separación. Sobre todo si se trata de hijos e hijas adolescentes, la nueva pareja debería ir entablando una relación basada en un conocimiento y acercamiento progresivo.




Algunas "reglas de oro" tras el divorcio... para facilitar a vuestras hijas e hijos su adaptación a la nueva situación familiar.

  • Informar juntos a las hijas e hijos de la separación, ofreciéndoles una explicación acorde con su edad de los motivos que han llevado a la pareja a tomar tal decisión.

  • Tener previstos todos los cambios que se van a producir en la vida de los hijos e hijas, comunicándoselos desde el primer momento. La separación de la pareja debería alterar lo menos posible su experiencia escolar y sus relaciones sociales.

  • No forzar a las hijas e hijos para que tomen partido por el padre o la madre, mostrando una actitud de respeto mutuo y evitando transmitirles una visión negativa del otro.

  • Nunca culpabilizar a hijas e hijos de la decisión, ni permitir que ellos mismos se culpabilicen. Explicarles que la separación tiene que ver con la relación con la relación de pareja, no con la relación con las hijas y los hijos.

  • Es muy importante que, a pesar de la separación, hijos e hijas sigan manteniendo el contacto con el padre y la madre, independientemente de quien se quede con la custodia legal.

EXPRESIÓN EMOCIONAL. LA IMPORTANCIA DE SABER IDENTIFICARLAS Y EXPRESARLAS.

Expresar las emociones supone una parte fundamental de nuestras vidas y nuestras relaciones, tanto con los demás como con nosotros mismos, y las dificultades para identificarlas y expresarlas correctamente pueden crearnos problemas y un alto grado de malestar.


 La importancia de saber expresar emociones y sentimientos.

Cuando no sabes expresar tus emociones correctamente, pueden suceder varias cosas, en función de cuál sea tu dificultad concreta:

·   No eres capaz de transmitir a los demás cómo te ha afectado su conducta, lo que sientes por ellos o lo que estás sintiendo en un momento dado.
·  Tienes estallidos emocionales en los que pareces no ser capaz de controlar tus emociones, ya sea estando con otras personas o estando a solas.
· Estallas, te irritas o te sientes mal por cosas que reconoces que no tienen importancia, reaccionando de forma exagerada.
·  No sientes nada, incluso aunque eres consciente de que te ha pasado algo que debería hacerte sentir una emoción negativa intensa.
·  Sientes una especie de bloqueo emocional generalizado que te impide ser tú mismo, sobre todo cuando estás con los demás, y te crea confusión porque cuando te bloqueas no sabes lo que sientes.
·   No eres capaz de sentir intimidad o conexión emocional con los demás.
·  En vez de sentir lo que sientes, ignoras tus emociones y tratas de sentir lo que crees que “deberías” sentir.


Las emociones y sentimientos son una importante fuente de información: nos guían, nos ayudan a dar sentido a lo que nos sucede, a entendernos a nosotros mismos y a relacionarnos con los demás, y nos motivan para alcanzar metas, producir cambios, evitar situaciones dañinas o perseguir aquello que nos hace felices.

Por tanto, lo que sucede dentro de tu mundo interior (pensamientos, recuerdos, imágenes mentales, sueños, ideas, fantasías…) pueden desencadenar todo tipo de emociones que a veces parecen surgir de la nada y sin motivo aparente.

Aprender de las emociones

Es muy importante ser capaces de RECONOCER lo que sentimos, ACEPTAR nuestras emociones tal y como son y APRENDER de ellas. Por tanto, cuando sientas algo, puedes hacerte las siguientes preguntas:


  • ¿Qué es exactamente lo que estoy sintiendo?
  • ¿Qué información puedo obtener de esta emoción? Es decir, ¿qué me está diciendo acerca de la situación en que me encuentro?
  • ¿Por qué ha aparecido esta emoción justo ahora?
  • ¿Es esta emoción demasiado intensa o exagerada?
  • ¿Qué puedo hacer para manejar esta emoción correctamente? ¿Qué estrategia es la más adecuada en este momento?

También puedes hacerte estas mismas preguntas acerca de una emoción que ya ha pasado pero que crees que no supiste manejar correctamente, como un estallido emocional o una reacción muy exagerada o fuera de lugar.

Identificar las emociones

Por supuesto, el primer paso en la expresión de las emociones cosiste en saber identificarlas correctamente. Si no sabes lo que sientes, es muy posible que expreses esa emoción de manera inapropiada. Cuando no tienes claro lo que sientes, hay dos cosas que pueden ayudarte: tu cuerpo y tu conducta.
1. Tu cuerpo. La mayoría de las emociones se experimentan también en el cuerpo. Si observas tu cuerpo y prestas atención a tus sensaciones corporales puedes darte cuenta de lo que estás sintiendo. No obstante, hacer esto requiere práctica y conocimiento de tu propio cuerpo, pues cada persona es diferente y experimenta sensaciones corporales diferentes ante una misma emoción. Por tanto, estudia cómo reacciona tu cuerpo. Por ejemplo, puedes reaccionar con contracturas musculares ante la ansiedad o ante la ira, o reaccionar con un nudo en el estómago o en la garganta cuando sientes miedo, o con dolor de cabeza ante la frustración, mientras que otra persona reacciona de formas diferentes. Por tanto, si te das cuenta de que tienes un nudo en el estómago, pregúntate qué emoción lo puede estar generando y aprende cómo te “habla” tu cuerpo.

2. Tu conducta. Tu forma de comportarte  es otra fuente importante de información. Por ejemplo, si cada vez que estás con una persona determinada sientes frustración con frecuencia y te molesta casi todo lo que hace o dice, aunque sean pequeñas cosas, es posible que estés sintiendo resentimiento o enfado hacia esa persona desde hace tiempo. Por tanto, observa tu conducta y trata de sacar conclusiones acerca de la emoción que las puede estar provocando.


Muchas personas no son capaces de expresar lo que están sintiendo. Estos son algunos de los principales motivos por los que esto puede suceder:

-   Miedo a la reacción de los demás. Algunas personas temen expresar sus emociones por miedo a cómo puedan reaccionar los demás. Por ejemplo, miedo al rechazo tras expresar sentimientos de amor, miedo a que la otra persona se enfade al expresar sentimientos de insatisfacción o frustración, miedo al rechazo al expresar sentimientos de tristeza u otros sentimientos negativos.
Es decir, se trata de personas que tienden a esperar el rechazo de los demás, generalmente son personas con baja autoestima y un concepto negativo de sí mismas que esperan no ser aceptadas por los demás.

-   Perfeccionismo. Algunas personas piensan que deben ser perfectas en todo momento y no se permiten sentir emociones que consideran inaceptables, como ira, celos, ansiedad, depresión.
Piensan que deben ser capaces de controlar sus emociones en todo momento y mostrarse siempre serenos, y temen mostrarse débiles o vulnerables. Detrás de esto suele esconderse también una baja autoestima y miedo al rechazo de los demás. No obstante, lo que consiguen con este comportamiento es una gran falta de intimidad con los demás, quienes nunca llegan a conocer del todo a estas personas, además de dar la sensación de ser distantes y fríos.
-  Problemas para saber lo que sientes. Como decía anteriormente, no podrás expresar una emoción si no sabes lo que estás sintiendo o no la reconoces.

-   Falta de aceptación y traumas. Puedes pensar que lo que estás sintiendo es inaceptable y reprimir esa emoción.

-   Dependencia emocional. Algunas personas sienten una gran necesidad de complacer a los demás porque tienen una gran dependencia de ellos. Se sienten solos y abandonados con frecuencia y necesitan tener siempre a alguien a su lado. Al sentir esta necesidad tan profunda de otra persona, tienden a expresar las emociones que creen que la otra persona desea ver y tratar de ser lo que la otra persona quiere que sean (o lo que creen que esa persona quiere). Por tanto, no expresan sentimientos negativos ni nada que pueda generar conflicto o desagradar a la otra persona. Si, además, no están seguros de lo que la otra persona espera de ellos, puede que apenas expresen nada. El resultado es una gran insatisfacción, baja autoestima y sensación de que sus necesidades no se tienen en cuenta, y es probable que acaben con personas que se aprovechan de ellos y de su necesidad de complacer.

-   Creer que los otros deberían saberlo. Algunas personas tienen la falsa creencia de que los demás tienen que saber lo que ellas sienten sin necesidad de decirlo, especialmente sus seres queridos. Pero por mucho que una persona te ame, no siempre será capaz de adivinar lo que sientes si no se lo dices. Esa actitud acaba haciéndote sentir resentimiento y pensar que no importas a los demás o no les importan tus sentimientos.


Por tanto, los pasos para poder expresar correctamente tus emociones podrían ser los siguientes:

1.  Identifica lo que sientes. Es decir, ponle nombre a la emoción o emociones que estás sintiendo.

2.   Identifica la causa. Pregúntate: ¿por qué me siento así?

3.  Analiza tus pensamientos. Los pensamientos ejercen también una influencia en tus emociones. Si piensas que tu compañero de trabajo trata de hacerte daño a propósito sentirás ira, mientras que si piensas que simplemente te está perjudicando por su propia ignorancia puedes sentir algo diferente. Por tanto, si tienes en cuenta tus pensamientos, sabrás cuándo necesitas verificarlos. Siguiendo el ejemplo anterior, te sería de gran ayuda intentar descubrir si lo que piensas (por ejemplo, que tu compañero lo hace a propósito) es cierto o te estás equivocando al pensar así. Pensar del modo correcto puede ahorrarte sentir una ira innecesaria.

4.   Piensa cuál es el mejor modo de expresar tus sentimientos (palabras, conductas, arte…). A veces puedes necesitar expresarlos de varias formas diferentes al mismo tiempo. Pregúntate qué crees que pasará al expresarlo de un modo u otro, es decir, cuáles crees que serán las consecuencias.

5.    Pregúntate qué pretendes conseguir al expresar una emoción determinada. Por ejemplo: sentirte mejor, aclarar lo que sientes porque no lo tienes claro, mostrar afecto o agradecimiento, resolver un problema con otra persona… Esto te ayudará a encontrar el modo más adecuado de expresarlas.

6.  Regula la intensidad de tus emociones. No es lo mismo expresar tu enfado gritando y amenazando que expresarlo hablando de un modo algo severo pero con calma y una intensidad apropiada. Si crees que al expresar una determinada emoción no vas a poder controlarte, puedes hacer varias cosas: una es alejarte y usar la meditación o la relajación para autocontrolarte, otra consiste en ensayar primero estando a solas, y otra en buscar un modo alternativo de expresarla. Por ejemplo, si piensas que vas sentir una ira exagerada al hablar con alguien de algo que te ha molestado, puedes optar por expresarlo por escrito primero. Esa carta puedes usarla para dársela a esa persona o solo para ti, como un modo de controlar la intensidad de la ira y prepararte para poder expresar directamente lo que sientes sin tener un estallido.