Detrás del enfado hay una persona herida que necesita ser vista
A menudo nos encontramos con madres y padres cuyos hij@s parecen estar muy enfadados. Vienen preocupados y cegados por la conducta disruptiva sin poder ver más allá.
La tendencia que tenemos a
reaccionar de manera enfadada, incluso agresiva, se puede explicar desde la
evolución de nuestra especie. Los pensamientos hostiles eran de gran ayuda en
la prehistoria, cuando nuestros antepasados tenían que luchar constantemente
contra todo para sobrevivir día a día y reaccionar inmediatamente ante
cualquier situación de peligro.
En general, la mayoría de la
gente considera el enfado como la reacción espontánea a un ataque, aunque en
realidad es el fruto de una interpretación dada ante una situación que se ha
sucedido tan rápidamente que ni siquiera somos conscientes de ello. Si nos
tomamos tiempo para racionalizarlo, podremos comprobar que nuestra primera
reacción emocional no es el enfado, sino un sentimiento de malestar, quizás de
inseguridad o vulnerabilidad. Casi al mismo tiempo se sigue una interpretación
de la situación dada y si tenemos la sospecha de que se nos ha tratado injustamente
o que la otra persona nos ha tratado mal, es cuando el enfado se manifiesta y
nuestro sistema de comportamiento se prepara para el ataque.
Un comportamiento agresivo
aparece gradualmente:
Suceso dado --- Dolor --- Injusticia --- Enfado --- Disposición de ataque
Nuestras relaciones con los demás
presentan una imagen ambivalente; mientras que el egocentrismo y el
individualismo separan a las personas y pueden llegar a conducir a las familias
y amig@s a una rivalidad, es nuestra necesidad de aprobación, de afecto y de
solidaridad lo que nos lleva a unirnos.
Los conflictos nunca se
solucionarían ni desaparecerían si las personas sólo tuvieran en su naturaleza
humana una parte egoísta y centrada en la autodefensa. La evolución también nos ha ido dotando de
cualidades que nos acercan más a nuestros semejantes, como son la solidaridad,
la compasión, el amor, la unidad...
A través de la compasión, la
empatía y el amor podemos llegar al corazón de las personas que nos rodean,
todos necesitamos ser comprendidos y amados tal y como somos, por lo que éste
es el primer paso para poder resolver los conflictos que nos rodean.