SER FELIZ O TENER RAZÓN
Los adultos cuando se pelean pueden dejar de hablarse durante años, a
veces hasta se olvida la razón original de la pelea.
La diferencia está en que los niños prefieren estar contentos a tener razón y su instinto natural les dice que estarán mejor si perdonan y olvidan.
Es inteligente dejar nuestro ego
de lado y pedirle perdón a la otra persona, aún cuando nosotros podamos tener
la razón.
Las personas fuertes emocionalmente que poseen un buen sistema de valores, son
capaces de discernir que es lo importante para su felicidad y no reclaman el reconocimiento de la razón.
Los progenitores debemos mirar a
nuestros hijos como a alguien que va en su
mismo barco y que se enfrenta a las mismas preguntas que nosotros nos
planteamos con su edad. Debemos utilizar nuestra madurez y sabiduría para dar el primer paso, precisamente porque
entendemos que es más difícil para nuestros hijos hacerlo. Se trata de que
dejen de vernos como los abominables seres del no, y de establecer
conjuntamente acuerdos y límites.
Más que tener razón de trata de
apelar a ella. Está en las manos de los padres que la vida de nuestros hijos
consista en una relación de crecimiento, en lugar de convertirse en una
contienda de desgaste mutuo.